El paciente que llora

Publicado en Facebook, el 18 de febrero 2019


Y un día el paciente que nunca lloraba (y que hasta se jactaba de nunca llorar) cuenta una anécdota mínima y entonces, casi sin previo aviso, se abre y se entrega al llanto blando, amplio y vasto que habita en él desde siempre.
El llanto de ahora, pero también de antes. El llanto de aquel niño que no podía llorar.
El llanto de pozo.

Llora su sesión y se deja llorar hasta que finalmente levanta su mirada (ahora tanto mas clara y transparente que antes) y mira a su terapeuta que también ha dejado que su llanto emerja lento y que, luego, le alcanza un pañuelo a él y se da otro a sí mismo.

Y entonces ambos hombres, paciente y terapeuta son hermanos. Uno nada sabe del otro y llora por sí mismo y el otro mucho sabe de aquel y llora por aquel y también por sí, por el propio dolor que es también el de todos.

Un rato después el paciente se va, el terapeuta cierra la puerta y vuelve a quedarse consigo mismo, aunque más profundamente cerca de sí, gracias al otro.
Y entonces algo del sentido blando y luminoso se le aparece en su vida.

Del sentido y de la gratitud